Hacer el Camino de Santiago es una experiencia única y enriquecedora con la que muchas personas desconectan de sus vidas. Un enriquecimiento espiritual milenario que algunos enfrentan sin estar bien preparados. Esto puede hacer que la aventura sea inolvidable por los motivos equivocados. Por eso, hemos creado esta guía para peregrinos novatos con los errores más comunes en el Camino de Santiago.
No estar preparado físicamente
Uno de los fallos más habituales entre los principiantes es subestimar la exigencia física de la peregrinación. Muchos creen que podrán adaptarse sobre la marcha y no se preparan adecuadamente antes de iniciar el recorrido.
Para evitarlo, solo debes entrenar los meses previos a tu viaje. Sal a caminar distancias progresivamente mayores con el calzado que usarás en el Camino. Así, acostumbrarás a tu cuerpo a este tipo de ejercicio. Si todavía tienes dudas, siempre puedes buscar una opinión profesional de algún entrenador.
Llevar una mochila demasiado pesada
Los “por si acasos” son un error frecuente. Muchos peregrinos llevan una mochila sobrecargada con cosas que realmente no necesitan, lo que termina convirtiéndose en un lastre que dificulta la caminata y puede provocar dolores de espalda o de rodillas.
La regla general es que tu mochila no debe superar el 10 % de tu peso corporal. Lleva solo lo imprescindible, como ropa ligera, calzado adecuado, artículos de aseo personal, una botella de agua y tu credencial del peregrino. Recuerda que en los albergues puedes lavar la ropa y encontrar otros objetos.
Estrenar calzado durante el Camino
Nada arruina más rápido la experiencia que las ampollas en los pies. Muchos compran botas o zapatillas nuevas y las estrenan directamente en el Camino, lo que puede ocasionar rozaduras, heridas y mucho dolor.
¿Quieres evitarlo? Compra tu calzado con antelación y úsalo varias veces en tus caminatas de entrenamiento. Así te aseguras de que estén adaptadas a tu pie y no te darán sorpresas desagradables. Además, lleva calcetines técnicos sin costuras y usa vaselina o apósitos especiales para las rozaduras.
No hidratarse y alimentarse adecuadamente
El desgaste físico en esta aventura es considerable, especialmente si caminas largas distancias en días calurosos. Muchos novatos no beben suficiente agua o descuidan su alimentación, lo que puede provocar fatiga, deshidratación y calambres.
Por eso, debes llevar siempre una botella de agua y beber sorbos regularmente, incluso si no sientes sed. Come alimentos que aporten energía, como frutos secos, frutas, pan o barritas energéticas. Aprovecha las comidas en los albergues o pueblos para recuperarte con platos típicos de la zona, como el pulpo á feira gallego.
Intentar abarcar demasiados kilómetros al día
La emoción y las ganas de avanzar llevan a muchos peregrinos novatos a caminar distancias excesivas en un solo día, lo que termina pasando factura al cuerpo. El cansancio acumulado puede derivar en lesiones o agotamiento físico y mental.
Planifica etapas realistas según tu estado. El Camino no es una carrera: lo importante es disfrutarlo. Una media de 20-25 kilómetros diarios suele ser una buena opción. Escucha a tu cuerpo y, si necesitas descansar, hazlo.
No cuidar los pies adecuadamente
Los pies son el instrumento principal del peregrino, pero a menudo no reciben el cuidado que merecen. Si ignoras las pequeñas molestias, aparecerán ampollas, cortes y hasta infecciones.
Así pues, deberías dedicar unos minutos cada día a revisar que tus pies están en buen estado. Lávalos con agua fría al final de la etapa, sécalos bien, échate crema hidratante y deja que respiren sin calzado. Si sientes alguna rozadura, trata el problema de inmediato antes de que empeore.
No informarse sobre las rutas y etapas
Algunos peregrinos empiezan su odisea sin conocer las etapas, los puntos de descanso o los alojamientos del Camino. Esto puede provocar que caminen mucho tiempo sin encontrar un lugar para comer o dormir.
Antes de salir, infórmate sobre la ruta que vas a elegir. Existen muchas guías del Camino de Santiago con mapas, etapas y recomendaciones en función de tu estado físico y de tus preferencias en cuanto a la duración del viaje.
Olvidarse de disfrutar del momento
A veces, los novatos se obsesionan con llegar rápido a su destino y se olvidan de lo más importante de esta experiencia: disfrutar del viaje. El Camino de Santiago es mucho más que una caminata, es una travesía única en la que crecer a nivel personal y descubrir nuevos paisajes y culturas.
Para eso, te recomendamos que camines a tu ritmo, sin prisa. Pásatelo bien observando el entorno, charla con otros peregrinos y vive cada etapa. Detente a admirar los pueblos por los que pasas, prueba su comida tradicional o descansa a la sombra de un árbol.
El Camino de Santiago es un reto físico y personal que deja una huella imborrable en quienes lo recorren. Si evitas estos errores, tendrás un viaje encantador que nunca olvidarás, esta vez por las razones correctas.